antífona del otoño

Lloro ángel mío como un caballo joven
que huye de su sombra,
lloro bajo el palio púrpura
de la núbil inocencia,
también por los sueños  que no tuve
y que ya nunca sabré,
porque todo se ha envanecido
y me cavila y lo divulgo,
lloro sobre esta época y su dulcedumbre

Pero tú no me escuchas,
tú me habrás olvidado
ungida por lo dócil
y el efímero esmero
 de las magnolias  fragantes

Lloro ángel mío

Llora el otoño, el que canta para tí
epinicios de oro,
y es que me place cumplirte y sonar
el cálamo antiguo
y obedecerte fiebre mía,
luz poderosa de un río vocal
donde acude mi corazón como balando

Malva será entre las tumbas,
hierba de los campos de Arganza
el que aquí ha llorado, celoso
con la tierra que pisa.
Esta es la casa de tu padre,
la tumba del padre de tu padre
y tuya será cuando regreses.

Lloro ángel mío

Oh gota de fuego, muchacha secreta
que has subido a lo oscuro
desde la penumbra encarnada
de lo que es bello y remoto
Con esa carne de rosa
o de columna enterrada en el aire has entrado
como una hebra de luz en mi corazón


Llueve ángel mío

Llueve, la lluvia borda la ternura
por el Valle del Silencio,
lo que lentamente aún palpita
en el pico de los pájaros
Ay, el otoño era bello,
nuestros pensamientos tenían
la sonrisa del niño que se baña en el río

Llueve ángel mío

Esa gente que soy y que conozco
ha salido a la calle,
al céfiro suave
de los dialectos del monte.
La noche ha puesto lámparas apagadas
en los nidos vacíos, solitarios
pastores en las  cañadas del otoño

Llueve ángel mío

Llueve y yo lloro  como un caballo joven
que huye de su sombra,
lloro bajo el palio púrpura
de la núbil inocencia,
también por los sueños  que no tuve
y que ya nunca sabré,
porque todo se ha envanecido
y me cavila y lo divulgo,
lloro sobre esta época y su dulcedumbre.

Pero tú no me escuchas,
tú me habrás olvidado
ungida por lo dócil
y el efímero esmero
 de las magnolias fragantes

Llueve ángel mío
Llueve  ángel mío
Llueve ángel mío
Llueve ángel mío
y yo lloro sobre esta época
y su dulcedumbre